Marsella es sin duda una de las escalas más bellas del Mediterráneo. No hay crucero que se preste que no pase, al menos un día en la ciudad francesa. Para visitarla tienes, al menos dos opciones, contratar la excursión que (seguro) te ofrecen en el crucero o bien pasear y conocer la ciudad por ti mismo.
No me atrevo a aconsejarte una u otra opción, eso depende de ti y del tipo de viajero que seas. Yo de momento te paso algunos rincones que no debes perderte en esta preciosa y cosmopolita ciudad.
Si no has contratado una excursión el ayuntamiento de Marsella tiene un autobús gratuito desde el puerto hasta el Puerto Viejo, una visita imperdible, al igual que su mercado y el barrio Le Panier, con todo el sabor Mediterráneo en sus callejuelas estrechas.
Para ir de Puerto Viejo a Notre-Dame de la Garde hay que coger el autobús 60, o moverte en el Pequeño tren turístico (a los niños les encanta esta idea) o puedes ir en los autobuses turísticos de dos plantas, los City Tour. Esto suponiendo que no hayas contratado ya la excursión en el barco, que en ese caso te facilitarán el transporte, el almuerzo y el guía.
Más cosas que ver en Marsella, el Castillo de If, el famoso castillo del Conde de Montecristo, que a pesar de ser un personaje de ficción, muchos creen que de verdad estuvo encerrado allí. El Fuerte de San Nicolás, detrás de la Abadía de San Víctor, o el Palais de Pharo, desde el que hay hermosas vistas de la ciudad, son otros de los puntos impredibles de la ciudad. Podría darte toda una lista de monumentos importantes, pero me gustaría contarte también algo sobre qué debes comer en Marsella.
Empezaré por el precio, más allá de lo que pienses, en Marsella puedes encontrar restaurantes de todos los precios. Su gastronomía se basa en la exquisitez de los productos del mar unida a la cocina campesina. Antes de probar cualquier plato, es casi obligatorio tomarse el pastis, una bebida de anís que se toma como aperitivo. La receta más típica de la ciudad es la bullabesa (o bouillabaisse), se trata de una caldereta de pescado que también se puede comer como entrante, a modo de sopa.